Los Maestros del Pasado
Los
Maestros del Pasado de Nuestra Tradición son a quienes
debemos el honor de haber forjado durante sus vidas aquellas ideas
filosóficas por las cuales nosotros podemos hoy reconocernos como
Martinistas.
El fundamento y
origen de lo que conocemos como Martinismo nace en la escuela de
Martinez de Pasqually denominada Elus Cohen, en la que Louis Claude de
Saint-Martin y Jean Baptiste Willermoz fueron destacados miembros.
Gerard
Encausse encuentra un importante lugar entre estos maestros, debido
a su labor de reorganizar esta transmisión bajo la forma de lo que diera
en llamarse la Orden Martinista.
Otro
importantísimo Maestro es para nosotros Jacob Boehme, quien influyera
en la vida espiritual de Saint-Martin de forma verdaderamente profunda
durante la última etapa de su vida.
Ellos
son, a nuestro juicio, los más destacados Maestros a quienes debemos la
influencia recibida. Muchas otras personalidades podrían ser nombradas
aquí, pero nuestro propósito es el de dar a conocer las bases sobre lo
que se ha desarrollado bajo el nombre de Martinismo.
Lo
que entregamos a leer sobre estas personalidades son sencillamente las
consideraciones más generalizadas, a fin que el lector pueda obtener una
breve idea sobre quienes han sido los que han fundamentado los orígenes
de este movimiento espiritual.
Lean cuidadosamente lo que uds mismos publican sobre Toussaint. El BUSCÓ, no se limitó a creer lo que alguien le dijo. Seguro que halló. Por otra parte dejen ya de minimizar al otro, tratándolo sutilmente de tonto, si no opina como uds. Quizás ve cosas que uds no ven. Que bueno, juzgar al otro de dogmático o cerrado. La viga nos impide ver. Demasiada cháchara, y poca realización PRACTICA por lo que se aprecia. SM no inventó ninguna vía; simplemente simplificó (en algunos aspectos) lo que aprendió de forma muy bella y según sus luces ESPACIO TEMPORALES (que sirven para el que pueda conjugar teoría práctica y realización). Lo mismo cabe decir de B que era Rosacruz y alquimista, relacionado seguramente con Sendivogius y Sethon.
ResponderEliminarNinguno de ellos inventó la pólvora, como quién dice.
No publiquen esto, principalmente si con ello van a descartar lo que el otro opina.
Finalmente, hay Testigos de Jehová, Testigos de la Alquimia; Testigos del Martinismo, etc... Espero que esto le ayude para no serlo y ayuden de verdad a los que lo necesiten.
Le agradecemos que se tome tantas molestias en trasmitirnos sus opiniones y lo que Ud. dice “ver” pero que resulta “incompresible” para nosotros e “indemostrable” para Ud. (como nos lo ha aclarado en otro comentario). Lamentablemente, esta desperdiciando su tiempo y el nuestro, porque nuestro trabajo consiste en investigar los documentos históricos y las fuentes fidedignas para divulgar las conclusiones debidamente fundamentadas. Somos buscadores de la vía íntima. Se ha equivocado de lugar donde verter sus “conocimientos”, dado que parte de nuestra política es no llevarnos por las “visiones incomprobables” que sujetos anónimos comentan en nuestro blog.
ResponderEliminarLamentamos decirle que, contrario a lo que sus “visiones” le han revelado, Saint-Martin y su grupo, trabajaron en una vía nueva que sintetizaba a Pasqually y a Boehme. Esta escrito de puño y letra del propio Saint-Martin en una carta bastante conocida. Aunque muchos autores e investigadores la han citado, lo hicieron parcialmente, sin transcribir ese párrafo en particular. No nos consta que haya sido traducido al español, pero esta completamente accesible en el original en francés, que son las fuentes con las que trabajamos habitualmente.
Es obvio que no hemos dado lugar a su pedido, de no publicar lo que escribió si lo vamos a descartar. Pero lo hicimos porque estamos seguros que la vía original de Saint-Martin es difícil de encontrar gracias a gente como Ud. que no duda en tomar sus pareceres personales como verdades indiscutidas sin molestarse en chequear si se trata de argumentos comprobables o de meras fantasías, quizás producidas por las PRACTICAS que, según Ud., nos falta realizar. Sin embargo, respetamos profundamente sus apreciaciones, a pesar de que no las compartimos en absoluto. Pero le pedimos que no insista en imponernos las mismas como una verdad absoluta que hay que aceptar de manera dogmática y rozando el fanatismo. No nos malinterprete, pero nuestra forma de trabajo exige una seriedad que se perdería de inmediato si actuáramos como Ud. lo sugiere y lo hace.