martes, 5 de julio de 2016

El Desafío de los Símbolos – Saga Esencial V – Serie Breve 35



Al investigar sobre los símbolos, nos enfrentamos a una producción literaria que nos supera. Demoraría años agotarla, aunque sólo nos limitásemos a analizar las obras más relevantes de las principales vertientes. Aspirar a sintetizar estos frutos, no sólo es imprudente, sino atroz. Por supuesto que no faltan los que sostienen que ya se ha dicho todo sobre los símbolos. Sin embargo, resulta difícil reunir el universo de aportes en un corpus coherente. No pretendemos tal cosa, nos conformamos con que el lector, sea principiante o experto, acepte el reto de encontrar su propio camino en este intrincado paraje. Labor que simbolizamos por el León Alado de Venecia: majestuoso, sereno, quimérico y, al mismo tiempo, desafiante... no en vano se ha vinculado a éste León de San Marcos con la Esfinge que devoraba a quienes no eran capaces de responder a sus preguntas. Conviene recordar que el León Alado y la Esfinge de Tebas, han sido señalados como emblemas vinculados al Gran Arcano.




El símbolo es un enigma, un mensaje cifrado. Encierra en sí mismo un secreto que para desentrañarlo, es necesario estar dispuesto a realizar un esfuerzo. A fin de no ser devorados por la ignorancia, debemos resolver el acertijo que cada símbolo nos propone. Hallar la respuesta, es develar la Sabiduría que se atesora en estos emblemas.

Los símbolos denominados como “tradicionales”“iniciáticos”“Esotéricos”, etc., resultan una alegoría de un ente, un proceso o un principio, cuyo origen y naturaleza residen en otro plano diferente al del símbolo. Es decir, que en el plano del símbolo no puede apreciarse lo simbolizado. No obstante, sí es factible de observar sus efectos, aunque nunca se manifestará de forma directa el origen o la causa de los mismos. Es por esto que el símbolo posee un aspecto irreal, poco corriente, que llama inmediatamente la atención del observador y dispara su imaginación sobre el mudo interrogante que plantea su construcción. Tanto la Esfinge de Tebas como el León de San Marcos, son seres extraordinarios ensamblados a partir de una cuidadosa combinación de criaturas comunes y corrientes. El símbolo se nos presenta como un puente que se vale de elementos vernáculos, para alentarnos a traspasar la frontera de nuestro mundo.

Con estas primeras ideas, ya se entreven las dificultades que estos símbolos tan particulares presentan. Pero, al mismo tiempo, se evidencia que la única manera de representar estas causas foráneas al plano del símbolo es por el símbolo mismo.

Entender la lógica de la construcción de los símbolos resulta útil para descifrarlos. Sin adentrarnos en polémicas acerca de su origen, es evidente que para su composición se requiere tomar en cuenta aquellas características singulares de lo simbolizado, que producen efectos apreciables en el plano simbólico. Por ejemplo, una semilla representa el poder Fructificador Universal. Una lengua, es el símbolo del Logos utilizado entre los primitivos cristianos. Un cáliz, una copa de vino, es la metáfora del Sagrado Corazón. El símbolo siempre ha de ser suficiente para indicarnos las propiedades relevantes de lo simbolizado.

Observemos que para el caso de la copa que indica el Corazón, se refuerza con otro símbolo secundario que lo completa: el vino que alude a la Sangre Divina que contiene el Sagrado Corazón. Las representaciones suelen ser complejas, y no es difícil encontrar símbolos dentro de símbolos. Esta capacidad de contener y ser contenido, nos lleva a concluir que los símbolos rara vez serán encontrados solos. Por lo tanto, existe una forma de vincularlos para que se complementen de manera armónica, constituyendo un continuo o sistema simbólico. El valor de un símbolo, depende de su relación con los demás. Esta es otra clave para comprender que los sistemas simbólicos pueden ser sumamente complicados, combinando grupos de alegorías para tratar de definir, lo más claramente posible, una causa que se encuentra fuera del límite del Plano en el que se la simboliza.

Por último, se llamará la atención sobre un aspecto especial de los símbolos, y es que los mismos pueden formarse por diversos elementos, como un grabado, un gesto, un texto literario, una partitura, una obra arquitectónica, una figura geométrica, un alfabeto, un sistema numérico, un ser vivo, un fenómeno natural, un esquema hipotético, etc. Sin olvidar la suma de otros símbolos de cualquier naturaleza, y construidos casi con cualquier medio que el hombre conciba para tal fin, siempre que atienda a su principio alegórico.

Como nadie está en condiciones de precisar una definición indiscutible sobre estos asuntos, le proponemos la lector, a manera de conclusión, el siguiente ejercicio:

Tome las pocas ideas que hemos enumerado y combínelas libremente, aportando y extirpando lo que crea conveniente, con el fin de perfilar un esquema particular, que le sea útil para vincularlo con la oculta naturaleza de los símbolos. De ésta manera, dará a luz un concepto que, como todos, no será más que un simbolismo sobre los símbolos.


Nadeo


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2 comentarios:

  1. INTERESANTE TRABAJO, QUE MERECE UNA LABOR DE REFLEXION. SOSEGADA Y TRANQUILA. ¡GRACIAS! UN T.:a.:f.:

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