Habiendo
explicado en otro artículo la operatividad martinista de forma
general, corresponde ahora ocuparnos de lo individual. Para ello,
debemos adentrarnos en el oratorio, que es para el martinista su
lugar de trabajo. Es en éste recinto íntimo, donde se presentarán
todas las etapas de la vía. Allí se define la eficacia del
martinismo. No se puede ser martinista sino no se practica en el
oratorio. Porque los medios de la realización espiritual se operan
en él. El oratorio es algo íntimo y secreto. Resulta personalísimo.
En él se develan los misterios. Es el templo de los mitos y
leyendas. Todas las alegorías sobre el lugar sagrado y el eje del
mundo, le hablan al martinista de su oratorio.
Los trabajos colectivos en el martinismo constituyen el soporte para la instrucción, las iniciaciones y el refuerzo de la cadena de unión. Tienen su importancia, sobre todo, para la transmisión de la iniciación. Ya que se requieren al menos dos personas: el maestro y el discípulo. La iniciación se otorga de manera presencial. Sin embargo, en algunas corrientes hay rituales para autoiniciarse, cuando no se puede acceder a una trasmisión de boca a oído Esto es más bien la excepción, porque la mayoría de los grupos exigen la iniciación cara a cara y sólo reconocen a los iniciados que así la han recibido.
Los trabajos colectivos en el martinismo constituyen el soporte para la instrucción, las iniciaciones y el refuerzo de la cadena de unión. Tienen su importancia, sobre todo, para la transmisión de la iniciación. Ya que se requieren al menos dos personas: el maestro y el discípulo. La iniciación se otorga de manera presencial. Sin embargo, en algunas corrientes hay rituales para autoiniciarse, cuando no se puede acceder a una trasmisión de boca a oído Esto es más bien la excepción, porque la mayoría de los grupos exigen la iniciación cara a cara y sólo reconocen a los iniciados que así la han recibido.